Loa a la mujer

Místicos | 07/03/2021

¿Recuerdas ese destello de luz que al rozarte te conmovió? ¿Aún albergas en tu interior resquicios de ese momento atípico y estremecedor que te impulsó a la vida? ¿Puedes retrotraerte ahora mismo a aquel suceso y hacer que se humedezcan tus párpados?

Prueba, aunque sea recreando con tu imaginación, el tortuoso camino que tuviste que atravesar para inspirar el aire que respiras.

Visualiza el escenario de tu llegada a ésta nuestra inmensa casa. Detente un segundo y toma conciencia de la fragilidad de tu cuerpo, de la necesidad instintiva de acercarte a tu madre y tomar ese primer contacto piel a piel, ese tiempo de tregua después de recorrer un sendero oscuro y ondulante. Llevabas inmerso en el interior de tu madre un prolongado tiempo y, nada más nacer con un llanto irremediable, te acomodas de nuevo junto a tu creadora.

La mujer creando y a la par manteniendo la base de la sociedad en orden, en equilibrio, inclinando la balanza hacia diferentes y beneficiosos sentimientos desde el principio, desde siempre, recibiendo a la descendencia y asumiendo la tarea más digna y complicada posible en nuestra especie: la enorme responsabilidad de dar a luz.

Sólo por no poder experimentar ni física ni mentalmente tal azaña, comprendo mi incapacidad para ponerme en vuestro lugar.

Es asombrosa la capacidad innata de vuestro organismo para sobrellevar esa situación. Vuestro cuerpo se reajusta y va transformándose a la vez que va moldeando y alimentando otro ser que irá creciendo y demandando más espacio.

Resistís con ahínco las incomodidades, los bruscos cambios anímicos, la desfiguración de la estética y, aún así, os sobreponéis a las inclemencias. Con el tiempo, la sabiduría obtenida por la experiencia os otorgará una irrefutable carga de autoridad que sólo es posible adquirirla siendo mujer.

A trompicones, habéis descosido la infectada telaraña de estructuras rebosantes de injusticias, en la mayoría de los casos siendo vosotras mismas las víctimas. Aún os queda un clamoroso trecho para despojarnos de un sinfín de privilegios.

Torpemente, iremos resbalándonos y cayendo en la irremediable y más aún necesaria asunción de vuestras concesiones. Llegará el momento de rendir cuentas y deberemos bajar la mirada para, con respeto, asumir la detestable concatenación de hechos que no deberían haber sucedido.

Esto es una loa actual a la mujer aunque ya prehistóricamente se la elevó a los altares. La historia tiene pendiente aún la verdadera tarea de hacer justicia, de sanar las heridas causadas por la barbárie de la superioridad física, moral e incluso intelectual.

Ya basta de justificaciones y desvelemos los errores propios y ajenos que han contribuido a la cronificación y normalización de estereotipos anticuados. Derrumbemos las barreras impuestas por la cultura que automatizan un variado tipo de perjuicios y prejuicios sobre la mujer y sublimemos nuestro potencial humano en pos de la empresa más justa que nos proponen los siglos venideros.

Por la mujer.